Friday 16 December 2011

It was very nice to meet you, London.


Ayer pasaron a buscar las cajas con nuestras cosas y hoy van ya camino de Madrid, todo lo que me queda en Londres cabe en una sola maleta. Y  15 kilos parecen nada para los 3 años y 25 días de penas y glorias que he vivido en esta ciudad, pero tengo la suerte de que lo segundo más importante que me llevo conmigo - después de mi pareja - no pesa, ni tiene que pagar asiento… ¡Chúpate esa, RyanAir!

Este post es el último que voy a escribir estando en Londres, prometo escribir al menos uno más para expresar cómo me siento al volver a España y si echo algo de menos o no… pero eso será más adelante.

Bueno, pues a tres días de mi vuelta he de confesar que increíblemente no siento nada. Es una bomba explosiva de sentimientos que no me puedo decantar por uno sólo, así que permanezco neutral. La alegría de volver a España que hacía tanto tiempo que esperaba, se mezcla con la pena de dejar atrás esta gran selva llena de sorpresas y oportunidades; la ilusión de emprender nuevos proyectos en España, se juntan con el miedo al fracaso por culpa de la puñetera crisis; y lo que me empuja a no dar marcha atrás es mi deseo de volver a ver el sol… bueno, eso y el pastizal que he pagado ya para matricularme en el máster.

El lunes me iré de esta ciudad con una maleta llena de recuerdos, y es curioso cómo cuando pienso en irme me vienen a la cabeza sólo los buenos, pero cuando pienso en quedarme, cierro los ojos y veo el metro a reventar en hora punta, siento mis pies mojados y fríos por la lluvia y escucho en mi cabeza: “Next please!! – Hello! – 5.30 please -  Do you want a bag?” y quiero irme corriendo, por si a lo mejor saliendo hoy a nado llego unos minutos antes que el lunes con el avión. Es como cuando se muere alguien querido y al principio sólo puedes recordar los momentos felices… algo así.

Entre las mejores cosas que me llevo está el recuerdo de las grandes personas que he conocido aquí: Jose, Sara, Dani, Quim, Ryan, Bruno, Oscar, Julie, Hegias, Amir, Aitor… y una larga lista de personas y personajes a los que tendré siempre un cariño especial, incluido aquel tipo que compartió piso conmigo dos días y era exhibicionista, o algunos de los jefes más odiosos que he tenido nunca.

Otra de las cosas que me llevo de Londres es todo lo que he aprendido. Creo que vivir en otro país te cambia la perspectiva con la que miras todo lo que te rodea: lo que era comprensible y aceptable, pasa a ser de mala educación;  lo que era raro, ahora es diferente y  lo que era “lo mejor de lo mejor”, ahora se ha quedado sólo en bueno.  Otra de las cosas que he aprendido es a no mirar a nadie por encima del hombro, pero a no mirar a nadie por debajo tampoco,  a respetar a todos por igual viendo las diferencias culturales como una oportunidad para aprender y experimentar cosas nuevas, y no como una amenaza o una barrera. He perdido bastante la vergüenza, pues para sobrevivir y conseguir lo que quieres en un país donde no dominas la lengua hay que echarle mucha jeta al principio… Y me hacen mucha gracia los que vienen de vacaciones y dicen “Pues yo con mi inglés de la ESO no tuve ningún problema para que me atendieran en los sitios” (Pues ponte a buscar trabajo, a abrir una cuenta del banco, a hacer trámites burocráticos… y ya verás como te salen los problemas hasta de debajo de las piedras, listillo). Gran parte de mi orgullo, mi cabezonería maña y mucha de mi inseguridad se quedan en Londres, ya no los quiero conmigo; a cambio me llevo mi nueva percepción de la amistad como algo potencialmente pasajero, que me ha enseñado entre otras cosas a ahorrarme decepciones y a aprender a despedirme. ¡Ay! y casi me lo olvido, también me llevo lo que vine a buscar aquí… el inglés.

Bueno y ahora viene cuando me pongo en plan anuncio publicitario navideño para daros las gracias a todas y cada una de las personas que me han acompañado en este viaje, a mis grandes amigas de la universidad que vivieron aquí durante algunos meses en diferentes puntos de mi aventura (Sara, Laia, Luciana, Cris y Laura), a mis compañeros de trabajo de LIDL, TATE, IMPERIAL COLLEGE y THE BANK, a mi amor, y a todo el que me haya hecho sonreír por la calle. GRACIAS.

Y  ya me despido animando a todo el mundo a que haga algo parecido, o mejor y más lejos si es posible, al menos una vez en su vida, y también me despido con una frase del escritor inglés Alan Moore que tengo en un poster un poco feo que puso mi novio en la habitación sin mi aprobación (yo soy ya más de cuadros… si quieres un poster ponle un marco, no me seas adolescente). Y bueno también tengo que decir que la frase empieza diciendo “La vida…” y que conste que normalmente ese tipo de frases me provocan ganas de vomitar, pero esta me guasta… bueno,  ya me callo…ahí va:

Life isn’t divided into genres. It’s a horrifying, romantic, tragic, comical, science-fiction cowboy detective novel

Have a nice Christmas and see you in Spain

Sunday 4 December 2011

Lo que se me quedó en el tintero


Cómo ya se acerca el día de mi despedida, he estado pensando que todavía hay unas cuantas tonterías y curiosidades que he ido descubriendo en los últimos meses, y que no he tenido oportunidad de contaros, por no tener relación con ninguno de los temas de los que he ido hablando. Así que he decidido hoy mismo, hacer una recopilación de algunas de éstas averiguaciones, que creyéndome Sherlock Holmes, he ido haciendo durante este tiempo.

En Londres no hay niebla: La primera de esas curiosidades que se me habían quedado en el tintero es ésta. ¿Por qué Hollywood y los libros de Jack el Destripador nos han vendido esa imagen de Londres siempre cubierto por la niebla, si no es cierto? La verdad es que me sorprendió mucho el día en que me di cuenta de que ya llevaba casi 2 meses viviendo en Inglaterra y que todavía no había visto la niebla aparecer. En los tres años que he estado aquí, creo recordar que he vivido sólo entre 10 y 15 días con niebla. ¿De dónde viene ese tópico entonces? Pues os vais a quedar muertos porque tengo fuentes suficientes para asegurar que lo que había en Londres antiguamente no era niebla, era contaminación. Para remediar la situación, el gobierno creó un plan de acción en 1956 llamado “The Clean Air Act” prohibiendo la quema de combustibles no autorizados que produjeran humo, entre muchas otras medidas aplicadas en la zona metropolitana de Londres. La última modificación del plan legislativo se hizo en 1993 y es el que está vigente hoy en día. Si alguien se aburre a nivel experto, aquí tiene el link, más que nada para que sepa lo que puede quemar y lo que no si viene aquí.

El secreto de las monedas de centimillo: Habiendo estado en caja (entre otras tareas varias) en todos los trabajos que he tenido en Londres, y con el aburrimiento que eso supone, siempre me ha dado por inventarme juegos y formas de entretenimiento, con la finalidad de que la parte subjetiva del tiempo corriese tan rápido como pudiese, y me alegrase el día. Intentar averiguar el precio total de la compra del cliente, o abrir caja sin monedas de un céntimo a propósito para jugar a “14,28 por favor… ¿llevas 3 céntimos?” y acumular los máximos que puedas en un día, entran dentro de estas pequeñas cosas que hacen más “excitante” mi jornada laboral. Bueno, pues yendo a lo que iba, siempre me había fijado que las monedas de céntimo nuevas tenían dibujos medio abstractos, sin ninguna gracia ni sentido y que parecían sin terminar… Y yo pensaba que era cosa de esa afición inglesa por ser originalmente raro. Pero un día, paseando por una calle de Sant Ives en Cornwall (muy recomendable por cierto, tiene las mejores playas de Inglaterra), vi en un escaparate de una tienda de numismática y antigüedades la solución a mi desconcierto: Si colocas las diferentes monedas boca abajo y de una forma determinada, se convierten en un puzle del escudo de The Royal Shield, y en la moneda de una Libra está la solución al puzle, el dibujo completo, vamos. En ese momento me sentí la persona más estúpida del mundo por no haberme dado cuenta antes, pero que de a todo al que se lo dijera (ingleses incluidos), ninguno lo supiera, me hizo sentir mejor… como la tuerta del país de los ciegos más o menos. Os pongo la fotito para que veáis que mono queda. He de decir que tuve que invertir tres días de trabajo en localizar todas las moneditas, para cambiarlas y llevarme un preciado souvenir.


Zona Cero a día de hoy
La zona cero de Londres: Cerca de la estación de Cannon Street se halla “The Stone of London” una piedra llamada también “The Stone of Brutus” refiriéndose al Troyano fundador de Londres sobre el año 1000 A.C. y que continúa situada cerca de su lugar de origen, habiendo sido reubicada un par de veces debido a problemas urbanísticos. Esta piedra, hoy expuesta tras un cristal protegido por barrotes en los bajos de un edificio de oficinas, fue en la época de los romanos el punto central desde el que se medían las distancias desde y hacia Londres, algo así como la Puerta del Sol en Madrid. Hoy en día, las distancias en Londres se miden oficialmente desde la estatua de Carlos I que se encuentra en Charing Cross, justo al lado de Trafalgar Sq. En esta ubicación antiguamente se encontraba La Cruz de la Reina Eleanor, de la que ahora existe una réplica al lado de la estación de Charing Cross.

The Stone of London