Ayer pasaron a
buscar las cajas con nuestras cosas y hoy van ya camino de Madrid, todo lo que
me queda en Londres cabe en una sola maleta. Y
15 kilos parecen nada para los 3 años y 25 días de penas y glorias que
he vivido en esta ciudad, pero tengo la suerte de que lo segundo más importante
que me llevo conmigo - después de mi pareja - no pesa, ni tiene que pagar
asiento… ¡Chúpate esa, RyanAir!
Este post es el
último que voy a escribir estando en Londres, prometo escribir al menos uno más
para expresar cómo me siento al volver a España y si echo algo de menos o no…
pero eso será más adelante.
Bueno, pues a
tres días de mi vuelta he de confesar que increíblemente no siento nada. Es una
bomba explosiva de sentimientos que no me puedo decantar por uno sólo, así que
permanezco neutral. La alegría de volver a España que hacía tanto tiempo que esperaba,
se mezcla con la pena de dejar atrás esta gran selva llena de sorpresas y
oportunidades; la ilusión de emprender nuevos proyectos en España, se juntan
con el miedo al fracaso por culpa de la puñetera crisis; y lo que me empuja a
no dar marcha atrás es mi deseo de volver a ver el sol… bueno, eso y el
pastizal que he pagado ya para matricularme en el máster.
El lunes me iré
de esta ciudad con una maleta llena de recuerdos, y es curioso cómo cuando
pienso en irme me vienen a la cabeza sólo los buenos, pero cuando pienso en
quedarme, cierro los ojos y veo el metro a reventar en hora punta, siento mis
pies mojados y fríos por la lluvia y escucho en mi cabeza: “Next please!! –
Hello! – 5.30 please - Do you want a
bag?” y quiero irme corriendo, por si a lo mejor saliendo hoy a nado llego unos
minutos antes que el lunes con el avión. Es como cuando se muere alguien
querido y al principio sólo puedes recordar los momentos felices… algo así.
Entre las mejores
cosas que me llevo está el recuerdo de las grandes personas que he conocido
aquí: Jose, Sara, Dani, Quim, Ryan, Bruno, Oscar, Julie, Hegias, Amir, Aitor… y una
larga lista de personas y personajes a los que tendré siempre un cariño especial,
incluido aquel tipo que compartió piso conmigo dos días y era exhibicionista, o
algunos de los jefes más odiosos que he tenido nunca.
Otra de las cosas
que me llevo de Londres es todo lo que he aprendido. Creo que vivir en otro
país te cambia la perspectiva con la que miras todo lo que te rodea: lo que era
comprensible y aceptable, pasa a ser de mala educación; lo que era raro, ahora es diferente y lo que era “lo mejor de lo mejor”, ahora se ha
quedado sólo en bueno. Otra de las cosas
que he aprendido es a no mirar a nadie por encima del hombro, pero a no mirar a
nadie por debajo tampoco, a respetar a
todos por igual viendo las diferencias culturales como una oportunidad para
aprender y experimentar cosas nuevas, y no como una amenaza o una barrera. He
perdido bastante la vergüenza, pues para sobrevivir y conseguir lo que quieres
en un país donde no dominas la lengua hay que echarle mucha jeta al principio…
Y me hacen mucha gracia los que vienen de vacaciones y dicen “Pues yo con mi
inglés de la ESO no tuve ningún problema para que me atendieran en los sitios”
(Pues ponte a buscar trabajo, a abrir una cuenta del banco, a hacer trámites
burocráticos… y ya verás como te salen los problemas hasta de debajo de las
piedras, listillo). Gran parte de mi orgullo, mi cabezonería maña y mucha de mi
inseguridad se quedan en Londres, ya no los quiero conmigo; a cambio me llevo
mi nueva percepción de la amistad como algo potencialmente pasajero, que me ha
enseñado entre otras cosas a ahorrarme decepciones y a aprender a despedirme. ¡Ay!
y casi me lo olvido, también me llevo lo que vine a buscar aquí… el inglés.
Bueno y ahora
viene cuando me pongo en plan anuncio publicitario navideño para daros las
gracias a todas y cada una de las personas que me han acompañado en este viaje,
a mis grandes amigas de la universidad que vivieron aquí durante algunos meses en
diferentes puntos de mi aventura (Sara, Laia, Luciana, Cris y Laura), a mis
compañeros de trabajo de LIDL, TATE, IMPERIAL COLLEGE y THE BANK, a mi amor, y a todo
el que me haya hecho sonreír por la calle. GRACIAS.
Y ya me despido animando a todo el mundo a que
haga algo parecido, o mejor y más lejos si es posible, al menos una vez en su
vida, y también me despido con una frase del escritor inglés Alan Moore que
tengo en un poster un poco feo que puso mi novio en la habitación sin mi aprobación
(yo soy ya más de cuadros… si quieres un poster ponle un marco, no me seas
adolescente). Y bueno también tengo que decir que la frase empieza diciendo “La
vida…” y que conste que normalmente ese tipo de frases me provocan ganas de
vomitar, pero esta me guasta… bueno, ya
me callo…ahí va:
“Life isn’t divided
into genres. It’s a horrifying, romantic, tragic, comical, science-fiction
cowboy detective novel”
Have a nice Christmas
and see you in Spain