Ya han pasado dos días de la boda del año, y yo sigo siendo la misma. Bueno, esta semana estoy ocho horas menos cansada y soy ocho horas más pobre, porque ese día libre que nos otorgó la realeza, no me va a ser retribuído. He de decir que el espectáculo que presencié por las calles de Londres, bien valió ese pequeño sacrificio.
Leyendo en la prensa y en los medios curiosidades sobre el evento desde hace más de un mes, tengo que resaltar la cantidad de gilipolleces hechas noticia que he visto publicadas, y que me ha hecho darme cuenta de que ingleses y españoles no somos tan diferentes. Que si este año se van a hacer colonias de verano para enseñar a niñas cómo ser princesas, que si la perfumista oficial de la Casa Real se ha emocionado cuando le han pedido que diseñase un perfume para los novios (a quién cojo*** se lo iban a pedir si no), y qué os voy a contar que no sepáis ya.
En lo poco que he leído de prensa española al respecto, aunque sé con seguridad que habrá sido tan cuantiosa y jugosa como la inglesa, me ha parecida más retrógrado que la propia monarquía en sí, el hecho de que sigamos castellanizando el nombre de las personas. ¿Qué nos costará aprendernos un puñetero nombre más, bien o mal pronunciado? He sentido vergüenza cuando he leído en un diario on line " La boda de Guillermo y Catalina". La niña bien que algún día podría convertirse en reina de Inglaterra no se llama Catalina, afortunadamente para ella, con perdón de todas las Catalinas.
Entre toda la información que se ha publicado, dejando a un lado los detalles del vestido de la novia del que, por cierto, he leído por Twitter que era una réplica muy cara del que lució Belén Esteban, me quedo con las cifras. La friolera de pasta que ha costado la broma, la ha convertido en la boda Real más cara de la Historia, y todo hay que decirlo, la cuarta que, o bien yo o bien mis padres en las dos primeras, apoquinamos con nuestros impuestos desde que llegué al mundo. Estoy pensando en mudarme a Mónaco, no sea que se case alguno de ellos y no participe en la cuenta del festín.
Pues el bodorrio ha costado más de 20 millones de libras, lo que viene a ser unos 23 millones de Euros. Sólo la decoración de Westminster Abbey ha costado más de 540.000 Euros (pero oye, ¿y la vida que le daban los arbolitos, qué?) y los invitados a la boda se metieron entre pecho y espalda 100.000 Euros de tartas varias.
Algunos me habéis preguntado que si fui a ver la boda o no. La respuesta es, fui, pero no a verla. Ver un segundo a los novios en directo hubiera supuesto madrugar, empujones, pisotones y marabuntas de gente, y eso sólo lo aguanto los días laborales por un módico precio. Vi la ceremonia por la tele y me acerqué con una amiga a Green Park a última hora para ver lo que se cocía por los alrededores de Buckingham Palace. Cuando llegamos, había tanta gente que no alcanzamos a ver ni siquiera las pantallas gigantes que mostraban lo que había más adelante. Y aún así, cada vez que se oía gritar al gentío de las primeras filas, los que teníamos a nuestro alrededor (que veían lo mismo que nosotras, NADA) agitaban las banderas y gritaban como energúmenos. Me quedé fascinada.
Lo mejor de ser testigo de este momento histórico fue lo que me llegué a reír con los personajes que había en ese parque. Desde las que iban vestidas como si las hubieran invitado a la boda, con tocados y pamelas incluídos, hasta los que iban forrados de pies a cabeza con chaquetas, pantalones, zapatos y gorros de la bandera de Reino Unido. Todo un circo tricolor donde el más cantoso era la estrella del espectáculo.
Por último, hablando de "frikismos" varios no puedo olvidarme del despliegue de merchandising de la Boda Real distribuído por las tiendas y mercados de Londres. Horteradas de mil formas tamaños y colores para todos los gustos. Los más novedosos, uñas postizas con la foto de los príncipes, caretas, y hasta preservativos para quedarse una como una reina. Y aquí me despido dejándoos una muestra gráfica de lo que me encontré una tarde paseando por el centro.
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Un Real Cola-Cao y a soñar con tu principe azul, quién se puede negar a esto. |
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Hago envios por encargo, ¿cuántas de estas queréis? |
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Una pena que sólo quedaban tallas grandes. |
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Con un marco de flores, y tú salón parecerá otro. |
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Para niñas y mamás, cultura familiar. |
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Cultura anti-familiar. |