La calle de Brick Lane es una de las más características del movimiento edgy (esta palabra la aprendí el otro día) y artístico londinense. Todos los fines de semana, miles de personas visitan sus mercados, galerías de arte, tiendas y cafés, durante el día, y también sus clubs cuando llega la noche (que ahora en invierno es a las 4.30, para el que no lo sepa). Uno de los lugares más característicos, a parte de la famosa Beigel bake, es el 1001, cafetería, hamburguesería, bar de cócteles, pastelería, discoteca y librería de intercambio, todo en uno.
En el mercado de Brick Lane, puedes encontrar de todo, comida típica de diferentes países, muebles, ropa nueva y de segunda mano, artesanía... En uno de los anteriores post en el que hablaba sobre las tendencias de moda, hice referencia a Brick Lane como el paraíso de los hipsters y los vintage, y os contaba cómo compraban ropa de segunda mano de la época de "maricastaña" a precio de nueva. Pues un día iba por allí con una amiga y se nos encendió la bombilla. Dicho y hecho. Ese mismo día nos plantamos en las oficinas para pedir información y empezamos a maquinar nuestro negocio.
Esta Navidad, he salido de todas mis comidas familiares habiendo desmantelado los armarios de todos mis parientes mayores de 65 años. Cual misionera de Cáritas paseándose por los barrios altos, llegué a recoger 35 kg de auténticas perlas de anticuario en forma de vestidos, camisas, cinturones, pañuelos... también recogí la cara de incredulidad a la vez que alegría de mi tía abuela Pilarín, que no podía creerse lo que estaba viendo, sus palabras fueron: "Se lo iba a dar a los pobres, pero me daba vergüenza de lo viejo y pasado de moda que está".
Metí toda la ropa en cajas mientras mi amiga Sara hacía lo propio en Barcelona e hice que me lo enviaran que salía más barato que las maletas de Ryanair (estafadores, ¡ay! se me ha escapado). Y al llegar a Londres fuimos a reservar nuestro puesto, y a pagarlo, claro.
Jueves: (dos días antes de nuestro debut como vendedoras ambulantes)
De pronto nos damos cuenta de que no tenemos bolsas ni perchas y que necesitamos una mesa, la cual no podemos pagar ni transportar. Pensamos en utilizar bolsas del Tesco (cadena de supermercados más famosa de UK) pero meditamos la idea y vimos que se puede ser cutre, pero esto ya es pasarse. Intentamos buscar perchas y bolsas gratis por internet, pero hoy en día nadie te regala nada. Al final nos dividimos tareas y a Sara se le ocurrió ir al Badulake de debajo de su casa más conocido en España como "Paqui", allí lo decimos con normalidad, pero en England suena rude e impolite así que Badulake y punto. Pues allí le vendieron un paquete de bolsas azules, muy majas, que Inditex denominaría como "basic", a 3 pounds.
Con las perchas yo no tuve la misma suerte, fui a dos lavanderías de la marca Badulake, creo, y la petición fue algo así:
- ¿Podría darme unas cuant...
- No
- Si te pago, ¿cuánt...
- No
- Gracias.
Viernes: (14h antes de nuestro debut)
Vista mi desesperación con el tema de las perchas y habiendo mirado precios en tiendas que no bajaban de los 50 pounds por la cantidad que necesitábamos. Empecé a mirar en tiendas de ropa, en un par me dijeron que no podían darme o me dieron sólo unas poquitas cómo en Primark. Me decidí ir a Zara, a probar suerte con algún compatriota caritativo y allí encontre a un chaval muy majo que era su primer día y no tenía ni papa de lo que podía o no hacer. Vino otro y me dijo: "Pásate a las 8 y cuarto que sacarán (tercera persona del plural) toda la basura" Al oír eso miré al nuevo y pensé "luego te veo en los containers, chaval". Y así fue. Miles de perchas gratis para nosotras, la gente en el metro nos miraba raro porque las bolsas eran transparentes, pero ¿Y qué? ¡esto es Londres!
Llegó el sábado por la mañana y nos plantamos en Brick Lane para ver cómo nuestra competencia venía en furgonetas igual de grandes que la del Equipo A, cargados de ropa, mesas, sillas, espejos, maniquíes etc. Nosotras, dos maletas cada una (una era de perchas) y con el autobús. Nos entró la risa.
Los dos días de mercado fueron muy divertidos en general. Nos encontramos con gente de lo más variopinto se podría decir, entre otros dos tíos muy extravagantes de los cuales uno llevaba una chaqueta larga de borreguillo y zapatillas de estar por casa, y los dos se disputaban un paraguas de Dior de señora, que vendíamos. Recuerdo también otra chica, no menos estilosa que ese otro, que estuvo media hora mirando todo y se fue sin comprar nada. A lo que mi amiga comentó: " ¿Por qué no le ha gustado nada?, si viste fatal" Nos volvió a entrar la risa tonta y acabamos llorando.
Tuvimos muchos momentos para recordar, aunque la experiencia nos aportó un balance de -6.5 Libras por cabeza de pérdidas. Por supuesto que nos hubiera gustado sacarnos aunque fuera una propinilla, pero puedo decir que pagaría esos 6.50 pounds e incluso más por lo bien que me lo pasé esos días.
Moraleja: Si necesitas perchas, ves a Zara.